No hay duda que estamos en la época donde los cambios son cada vez más rápidos y la necesidad de ser diferente se convirtió en una carrera a contrarreloj, y claro, el tiempo apremia y no hay mejor opción que preparar la artillería pesada para lanzar una serie de mensajes que llamen la atención de las personas y puedan voltear a vernos por un instante, porque a pesar de que nadie nos avisó somos parte de una competencia diaria donde cada segundo es valioso, tal como aquella metáfora “el tiempo es oro”, pero realmente ¿estamos haciendo lo adecuado?, pareciera que por momentos dedicamos gran parte del tiempo a encontrar los aspectos más representativos de un producto y de no entender la pasividad de los receptores al mirar cientos de anuncios publicitarios.
Durante los últimos años hemos permanecido en primera fila para mirar y ser parte de la evolución publicitaria, esa evolución que a lo largo del siglo XIX, fue tomando forma y que a mitad de siglo entendía a la publicidad como el conjunto de medios para dar a conocer productos sin expresar ventajas; años después se incluían las ventajas y hasta nombres llamativos, hasta que a finales del siglo y mediante el ingenio y la creatividad se podía generar deseos y hasta determinar actos de voluntad; a partir de ahí y en plena revolución industrial la publicidad intentaba mostrar un mundo ideal con productos sorprendentes, mágicos e innovadores que puedan cautivar a la audiencia, por ello, cientos de publicitarios hicieron lo que hace un creativo, romper esquemas, atreverse a ir más allá de lo que ya existe y que para nada está mal, pero hoy, estamos en medio de una era donde la comunicación cambió, somos parte de una nueva publicidad, o más bien, de la postpublicidad que mencionó Joan Costa; la nueva cultura publicitaria de la era digital, donde los contenidos, los medios, la producción y su consumo son distintos y la razón, es que el usuario es distinto, dejamos a un lado la pasividad de años atrás para tomar el control y participar, interactuar, opinar y construir nuestro propio criterio.
Es importante entender que las nuevas circunstancias sociales y cognitivas de aquellas personas que reciben nuestros mensajes, determinan en gran parte su aceptación, por tal motivo, detengámonos un instante y entendamos cada uno de los aspectos psicológicos que hacen parte de la vida cotidiana de esa audiencia deseada y comprendamos que cada consumidor elige y selecciona los productos que su estilo y forma de vida necesita.
No es suficiente invertir en los mejores recursos tecnológicos, generar los mejores contenidos publicitarios si la estrategia comunicativa no cambia; es más importante conectar con ellos y para conseguirlo hay que dedicarle un tiempo a la investigación de cada público y entender sus comportamientos, sus valores, sus creencias y estos, utilizarlos como una clave de acceso para acercarnos a ellos, tal como lo hizo: Coca- Cola, Nike, Renault, donde sus creativos vieron la posibilidad de transmitir y emplear los códigos correctos de comunicación para obtener su aceptación y entendiendo que la creatividad publicitaria está al servicio de una comunicación persuasiva donde se pueda conseguir un resultado determinado mediante el uso de discursos argumentativos, ya sea de tipo racional o emocional y que influyan en la conducta del receptor.